En un mundo hospitalario donde las noticias suelen ser clínicas, frías y rutinarias, en Cali existe una fórmula que rompe los protocolos tradicionales: la risa. Como en la icónica película Patch Adams –protagonizada por Robin Williams– donde un médico trataba a sus pacientes con humor y humanidad, en el Hospital Universitario del Valle (HUV) hay dos personajes que encarnan esa misma filosofía de vida: Dudú y Chispita, los payasos hospitalarios que han transformado pasillos grises en escenarios de esperanza.
Vestidos no con batas blancas, sino con narices rojas, trajes coloridos y una energía desbordante, estos “doctores de la alegría” recorren las salas del HUV llevando abrazos, canciones, juegos y sonrisas a pacientes de todas las edades. Su presencia rompe el silencio clínico, aligera la carga emocional del entorno hospitalario y ofrece, por unos minutos, una terapia distinta: el poder curativo del humor.
“Cuando un paciente se ríe, se le olvida el dolor, aunque sea por un instante”, dice Chispita con una sonrisa sincera. No es solo entretenimiento: se trata de una vocación. Ambos han hecho de este trabajo un acto de amor y compromiso. Su labor también impacta al personal médico y de enfermería, generando un ambiente más amable, colaborativo y humano en medio del estrés sanitario.
El trabajo de estos payasos hospitalarios se suma a una corriente creciente de humanización de la salud, donde las emociones, la empatía y el bienestar mental son considerados parte esencial del proceso de recuperación. En tiempos en que los hospitales parecen estar dominados por cifras, máquinas y protocolos, Dudú y Chispita recuerdan que la salud también necesita alma.
En los pasillos del HUV, no todo es diagnóstico y tratamiento. A veces, una carcajada puede ser tan poderosa como una medicina. Y ellos, como Patch Adams, lo saben bien.
